Meteoritos en el Altiplano Bolivia

Meteoritos en el Altiplano
Freddy Céspedes

Voy recorriendo el Altiplano desde hace mucho tiempo, no sé si existe esa atracción letal de tierra, montaña, viento, frío y espiritualidad; ni siquiera me atrevo a reflexionar, ya lo hice muchas veces y llegué a la nada. Llegué  a sentirme indefenso cuando el motor del coche se paró de súbito en medio del Salar; también  fui libre caminando las altas montañas de Apolobamba y las planicies interminables de rocas, sedimentos y bofedales donde viven vicuñas y alpacas.
Ese Altiplano, terror de los que suben desde las tierras bajas, viajeros del pasado que se atrevieron a cruzar sin conocerlo; está en mi mente el bravo Diego de Almagro que se arriesgó a desafiar y perder cientos de hombres en esa famosa expedición a Chile.
Todavía siento los cascos de sus caballos, los pocos que aguantaron la sequedad, el desierto andino, los fríos nocturnos, los labios partidos de los soldados y los dedos que se caían cuando se sacaron las botas.
Ese Altiplano que enloqueció a españoles, aventureros ingleses, yugoslavos, franceses y alemanes que aprendieron a deleitarse con el brillo de la plata y el estaño de las minas ubicadas a más de cuatro mil metros, a esos sacerdotes que fundaron iglesias en medio de remolinos y polvo, a llameros que cruzaron sus planicies llevando sal.
Altiplano duro paisaje, cientos de personas llegan desde la lejanía de los continentes para observarte, sentir tus fríos y males de altura.
¡Qué atracción fatal despiertas en los hombres!.
Para otros no tienes atractivo, eres cruel, tediosa y monótona. No te mueves,  eres estática sin color, no tienes labios, pero,  sí curvas sensuales en la lejanía de tus montañas.
Pero a ti Altiplano,  te golpearon por millones de años. Atraes hacia tu suelo cientos de meteoritos que cayeron primero en tus planicies antes que otros lugares. Tu altura era propicia para sentir los golpes de lluvia de bólidos que dejaron lunares profundos como en Jayu-Khota cerca a Salinas de Garci Mendoza. Te dejaron como hijo,  un gigante cráter.
Cerca a Laguna Colorada, tu hermana perdida,  también cayó en medio de la montaña, dejando el rostro del Altiplano con golpes y oquedades.
Los volcanes te dieron forma, sus líquidos pétreos engendraron en ti, figuras escultóricas amorfas, otras crearon ciudades de piedra cual seres mitológicos petrificados que esperan el momento propicio para alzar el vuelo o correr.
Pero esos meteoritos que cayeron sobre ti,  están todavía en tu suelo; algunos al estrellarse se desintegraron en fragmentos de hierro y niquel, otros permanecieron estáticas por millones de años hasta que los hombres descubrieron su utilidad.
Meteoritos pesados, parecen simples rocas, pero tienes tu peso en hierro y otros metales, eres fuerte y puedes con un golpe volver una piedra en puntas de flecha o construir Tiwanaku.
Te utilizaron desde hace miles de años, te dieron diferentes usos los hombres como instrumentos de percusión y proyectiles, las mujeres como morteros ( batanes) o mejor dicho como Morokh´os.
El Altiplano está lleno de meteoritos, vayan busquen la herencia de las abuelas que dejan a las hijas, ahí están los meteoritos convertidos en Morokhos, estuve en las regiones de Oruro Sucre y Potosí, y la mayoría están tirados en un rincón del patio.
Meteoritos convertidos en Morokhos, lindo fin de rocas y hierro que estuvieron girando por el sistema solar hace 4500 millones de años. Esos meteoritos están vivos en las casas de muchos bolivianos.


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