Las momias en el Volcán Thunupa
Volcán Thunupa y las momias
Freddy Céspedes Espinoza
Subo por un camino sinuoso con rocas volcánicas formando un callejón que asciende hacia el volcán Thunupa. En la lejanía, fuertes vientos vienen
arrastrando su éxtasis de nubes multicolores que se entrelazan y bajan
en forma de tornados para danzar rítmicamente; revolcarse entre los
pajonales desérticos y ocultarse en riscos montañosos; en las
oquedades de las cuevas y terminar extenuados en el lecho blanco del
salar.
Estos vientos corren hacia las cuevas de los alrededores del salar que sirvieron hace miles de años como abrigos naturales para los primeros habitantes.
Estos vientos ingresan a sus oquedades para despertar el espíritu de las momias de Coquesa que yacen pensativas viendo el paso del tiempo.
Para los arqueólogos son momias de habitantes del salar y alrededores, que tuvieron un rol de dirección en sus comunidades y éstas, preservaron sus cuerpos para el recuerdo de la memoria colectiva.
¡Para otros no están muertos!
Son seres iluminados, fueron desde hace cientos de años, los guías de estos pueblos.
Emiten luces en las alboradas y crepúsculos, andan sueltos entre el cosmos y la tierra, entre los diferentes periodos geológicos antidiluvianos.
Llevan el cuerpo transparente y el espíritu llano, muy relacionados entre sí y los volcanes, andan interconectados por energías que conducen hasta el mar para perderse y emerger en terremotos y tsunamis.
Estas montañas son la energía de los abuelos, Apus o Achachilas encarnados en las momias que descansan con vista hacia el infinito.
Desde la base del volcán se observa puertas hacia el cosmos, una de ellas está a 5300 mts, sólo pueden llegar los elegidos que ya no están vivos físicamente, sólo acceden los que durmieron el sueño cósmico.
El brillo de esta montaña, despide destellos tiene la forma de conchas nacaradas de rojo , purpura y amarillo que actúa como imán hacia el túnel para hacer los viajes al cosmos.
El sueño cósmico es tu yo vivo, con lo inmaterial del universo, es el agujero negro que te mueve hacia arriba o abajo en tornados que te elevan y te dejan caer en el universo o vas viajando por cientos de años hasta perderte en la planicie del salar.
Sus cabezas alargadas y deformadas son la fuerza y hálito del cosmos; fuerzas que amplían la capacidad del conocimiento inmaterial de las constelaciones en el mapa de su cerebro.
Son seres transparentes; puedes ver su cerebro que palpita y van flotando por mi alrededor mirándome con sus ojos negros, casi verticales y con la nariz sin cartílago.
Estoy descubriendo las momias que no son sólo huesos y carne, son deidades que protegen el templo celestial , son guardianes que despiertan de su letargo cada noche y que recorren el volcán.
Son seres misteriosos, llevan vestimenta plateada, y provistos de fortaleza que les permite desplazarse hacia el cordón energético de Azanaques y conectarse con el Illimani.
Suben y bajan, se desplazan silenciosos, no son visibles pero están allí, esperando el momento para tocar el inconsciente colectivo de los seres, e ir a su reencuentro en el más allá.
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