El Parque Sajama

 


Por : Freddy Céspedes Espinoza.

Más de trescientos kilómetros recorridos en un solo día desde La Paz para llegar a la frontera con Chile, parecen muchos pero no es así, son trescientos mil metros de historia del planeta, de su pasado precolombino, colonial y republicano, no es un simple viaje  en una planicie monótona para muchos que le temen al frío; el parque, está lleno de belleza por los colores plasmados en las sensuales ondulaciones de los cerros, que se proyectan en un infinito prisma, que descompone la luz en tonalidades azulescas, verduscas, amarillentas y rojizas  según la hora que uno las observa.
El Parque Nacional Sajama, cuenta con una superficie estimada de cien mil doscientas hectáreas que van desde los 6600 a 4200 metros sobre el nivel del mar, siendo sus pisos ecológicos los montano andinos y altiplánico.
Desde 1945, año de creación del parque, este rincón patrio, había sido considerado como una de las zonas más remotas y frígidas donde se deportaba a los presos políticos en Curawara de Carangas a pocos kilómetros de la población de Sajama.
El clima frígido del parque,  llega en el invierno nocturno a 25 grados centígrados bajo cero; sin embargo, durante el día  la vida bulle en los inmensos bofedales alimentados por los ríos cristalinos que durante la noche están casi estáticos por el hielo que se forma. Pareciera que la naturaleza se diera un descanso en su dialéctica evolutiva y que con los primeros rayos del sol, pajarillos multicolores y otros plomizos revolotean alegremente entre los abrigados microclimas que se forman entre las hendiduras de las faldas de los volcanes Sajama, Pomarape, Parinacota, Quisiquisini que junto al Condoriri, forman una preciosa herradura de glaciares y domos volcánicos dormidos que esperan el momento preciso para despertarse nuevamente y echar su lava y cenizas, tal cual sucedió en el lejano pasado geológico donde la lava volcánica incandescente,  formó una costra seca de roca al enfriarse en muchas partes de la cordillera occidental.
Sobre esta lava volcánica cubierta por arenas finas y cenizas oscuras, se hallan las pajas bravas de un metro de alto, diseminadas en la planicie cual pavos reales blandiendo sus plumas por el viento formando un regimiento estático de uniformes amarillos que se mueven sólo al silbido del vendaval. 
El ñandú y los árboles de keñua en sus planicies
En las faldas del volcán Sajama existe el bosque de Keñuas más alto del mundo, formando en algunos casos verdaderos troncos que resisten impávidos los golpes del viento y las heladas.
En el suelo descansan las centenarias yaretas verdes,  muchas de ellas de más de dos metros de diámetro enraizadas cual taladros que se internan en el seco arenal para sobrevivir ante la escasa humedad de estos parajes.
En el parque se encuentran especies de fauna como las vicuñas que moran en sus alturas y planicies formando grupos de 3 a 10, siempre liderizados por un macho adulto que las protege de sus enemigos naturales como el puma que cohabita en este  ecosistema.
Con frecuencia se pueden observar los suris, aves corredoras que trotan asustadas con sus polluelos de treinta centímetros.
La variedad es amplia, existen muchas lagartijas, zorros, quirquinchos, vizcachas, el imponente cóndor, centenares de aves acuáticas desde mirlos de agua hasta los gansos andinos que tienen como a vecinos a muchos flamencos que están de paso en sus lagunas.
Nada está quieto en este lugar, existen aguas termales, géisers que lanzan su chorro de agua y vapor cada mañana cual si estuvieran programados, también existen ríos de agua candente que salen del centro de la tierra y al encontrarse con las aguas cordilleranas que bajan de los glaciares forman tibios remansos que crearon  micro algas y pastizales que sirven de alimento en la inmensa cadena biológica del parque.
Puntas de flechas e iglesias bizantinas
Muy poco se sabe de los primeros habitantes de estas zonas, parece que los primeros seres humanos se dedicaron a domesticar llamas y alpacas que pastaban en sus bofedales, luego pasaron a la agricultura de la quínua y finalmente se convirtieron en viajeros itinerantes llevando productos de un clima a otro con sus centenares de llamas.
De acuerdo a las muestras de puntas de flecha  y raspadores encontradas en la zona,  remontarían su pasado a unos veinte mil años de nuestra historia para los primeros habitantes de Sajama.
Durante la colonia, era paso obligado para llevar la plata que salía de las minas de Oruro hacia la costa.
La ruta Patacamaya –Tambo Quemado, fue construida sobre la base del camino precolombino utilizado desde tiempos lejanos y que en la actualidad, se pueden observar desde el vehículo varias tumbas funerarias o chulpares aymaras en buenas condiciones.
También la presencia de iglesias con estilos bizantinos en sus cúpulas en miniatura, pinturas cristianas en sus muros con pasajes de la Biblia que soportaron el tiempo y el pillaje, ya que a diferencia de muchas otras iglesias del altiplano, éstas tienen sus pictografias directamente en sus paredes con ocres naturales y minerales pintados por los indígenas, tal es el caso de las iglesias de Curawara y Lagunillas.
El parque nacional Sajama, está administrado por el Servicio Nacional de Areas Protegidas que hizo posible la construcción de una oficina de información y registro en la zona.
Este precioso lugar del Departamento de Oruro, es uno más de los lugares más bellos del país que merece ser conocido y resguardado  por propios y extraños porque es un verdadero tesoro ecológico e histórico y su acceso es muy fácil desde que existe la carretera asfaltada que va hacia Chile vía Tambo Quemado.

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