La Cordillera de Apolobamba



La Cordillera de Apolobamba
Freddy Céspedes Espinoza

La claridad del amanecer en el altiplano. El illimani, el Illampu y el Huayna Potosí, despiertan para echar las aguas de sus glaciares dormidos, el sol les ilumina sus frentes rosadas; allá en el altiplano los apurados, corren para bajar hacia la ciudad de la Paz, mientras otros como yo, se alejan en esa infinita planicie ocre salpicada de papas, habas y cebadas.
Los ríos que bajan desde el Altiplano alto, alimentan sus aguas a través del río Suches. Todavía se observa los despojos de su fiesta del turbión de los meses de lluvia, ahora está tranquilo, lúcido y bello, más tarde reposará sus aguas en el lago Titicaca.
El ascenso lento por un camino de tierra, nos muestra los diferentes periodos geológicos en los colores de sus rocas, las pajas bravas de la planicie de Ulla Ulla que marca el único movimiento uniforme del soplido del viento, las llamas, alpacas y vicuñas, ya no se molestan al cruce raudo del bólido de Trans Altiplano, que ya tiene las manchas de tierra en toda la carrocería.
En la lejanía, asoman curiosos los picos altos de la Cordillera de Apolobamba ( Planicie de los dioses o Apus)  que aparecen y desaparecen en el zigzag de descenso hacia Charazani.
Los valles nos abren sus brazos atrás quedó el yermo, los caballitos nativos aceleran la marcha con un certero golpe de una Chirca en sus lomos, los campesinos del valle saludan con una sonrisa amigable, el paisaje adquiere un tono más alegre; estamos en Charazani.
Los caminos pre colombinos
Charazani, histórico pueblo, donde los intrépidos españoles y curas franciscanos fundaron un curato para catequizar a los infieles de Apolobamba, sus casas  coloniales hacen  mucho que las abandonaron, sólo quedan algunas antiguas en pie con sus gruesas paredes, balcones de hierro forjado y techos de paja brava que se caen en pedazos; más allá el progreso, arruinó por completo su bello aspecto del siglo XIX.
Pero los caminos precolombinos están intactos. Desde Charazani, corren hileras de caminos empedrados hacia las diferentes comunidades atravesando ríos, preciosos farellones verdes y sólidos andenes precolombinos similares a los del Cuzco.
Los cerros, no hay nada más sublime que observarlos calladamente, tienen una historia de siglos, por allá caminaron los trashumantes Kallawayas, los incas, y los aymaras para su sustento; también los españoles incaron sus espuelas para no caer en las oquedades.
Tibieza de valle, el ascenso por el camino pre colombino hacia el poblado de Curva es un trinar constante de mirlos, patos zambullidores en las corrientes de los ríos, los infaltables chihuancos, chaiñas, pichitancas y colibries desde el pequeño y gracioso verde, hasta el fuerte y pesado colibrí gigante, que no puede permanecer mucho tiempo en el aire.
Pueblos perdidos como Niño Korín o Cañizaya, callejuelas estrechas en medio de los andenes, piedras de siglos, graneros que a pesar del tiempo, son todavía las colcas pre colombinas,  esperando que se llenen de maíz, tal como hace quinientos años o más.
La tibia caminata llena los pulmones de una brisa fresca, el ascenso se hace pesado pero bello, 18 km de un serpenteante ascenso estamos muy cerca del místico poblado de Curva, famosa por sus curanderos kallawayas.
Akhamani la montaña sagrada de los Kallawayas
Como hace cien años
Curva, población en la cima del cerro, su plaza principal, su iglesia, más allá las construciones del siglo XIX, con sus borricos, mulas y cerdos que caminan en la plaza, nada cambió mantiene su toque rural, los escasos pobladores miran desde sus ventanas y puertas temerosos a los forasteros.
Su posición estratégica la hacen invulnerable, desde curva se tiene una vista formidable del valle. La bruma del trópico de Apolo, no se atreve a subir hasta la cima, más bien permanece descansando en lo profundo de sus cañadones, a la espera de una corriente de aire más caliente lo suficientemente fuerte para abrazar al pueblo cuando llegue la noche.
La montaña sagrada de los kallawayas
Bello amanecer en las carpas, el nevado Akhamani se sorprende al vernos, nos sobrecoge nuestra pequeñez humana ante la majestuosidad de este gigante..
Montaña de casi seis mil metros con su largo cuerpo de glaciares que brillan con el sol. El misticismo que encierra esta montaña va acompañada por la infinidad de ofrendas que recibe frecuentemente, pues para el mundo kallawaya, es la montaña más poderosa, sagrada y altiva que obliga a los más incrédulos a rendirle pleitesía a esta mole que vio pasar muchas generaciones.
La Cordillera de Apolobamba, sus espejismos visuales con todas las tonalidades del arcoiris son reales.
Ya muchos, se olvidaron de lo grandioso de estos lugares solitarios. Hay mucho tiempo para reflexionar entre las fuerzas telúricas de Apolobamba y su energía que irradia paz, tranquilidad y silencio. 


                                   El último paso entre Illo Illo y Pelechuco a casi 5000 metros

Aquí en Apolobamba viven los Apus o dioses antiquísimos de nuestra cultura, son espíritus que vuelan de un lugar a otro en carambolas energéticas, chocando sus cabezas entre las vibraciones de la cadena montañosa más bella de Bolivia.
Después del Nudo de Vilcanota en Perú, una bifurcación grandiosa entre a suelo boliviano con el nombre de Nudo de Apolobamba, en una interminable cadena de picos montañosos y lagos verduscos que echan sus aguas tanto al Titikaka como al Amazonas.
Sobresalen el Chaupi Orkho, Cololo, el Palomani, el Katantika, el Machu Sunchulli, y la montaña Akhamani, la más sagrada y poderosa para los Kallawayas y místicos de todo el mundo, que vienen aquí en peregrinaciones sagradas por largos días.
Estas caminatas por las altos pasos de hasta 5100 metros, fortalece el equilibrio mental, físico y espiritual, es la simbiosis perfecta entre montaña y hombre para crear fuerza, razonamiento y respeto a las fuerzas ocultas.
Los Kallawayas, aquellos médicos herbolarios viven en sus faldas entre hierbas medicinales y sus conversaciones mentales con el espíritu de las montañas.
Aquí, es tan real el Anchanchu, aquel ser maligno que dispersa granizadas y heladas, hasta el Thullu Peskho, divinidad con el miembro sexual incandescente que anda en las noches frías, buscando doncellas.
 El centelleo de los glaciares, las vibraciones moleculares de minerales y cuarzos, los ecos musicales de la naturaleza, todo en una amalgama entre el esoterismo y la realidad que nos transporta hacia la montaña Akhamani..
Apolobamba, los dioses andan sueltos, sólo hay que esperarlos para que con su hálito energético, nos vuelvan al equilibrio que tanto necesitamos los seres humanos.
Ya van dos  días de caminata por la frígida Cordillera de Apolobamba, asciendo lentamente por un camino pre colombino hasta los 5100 metros y ante mi vista está el Machu Sunchúlli, montaña rica en filones de oro que se tragó en tres siglos cientos de almas.
Esta cordillera hace límite con el Perú y es la reserva más grande de cóndores y vicuñas en el Parque Nacional Ulla Ulla donde los altos glaciares forman lagos de diferente color que alimentan al Titikaka.
Machu Sunchulli, todo sea por el oro
El pensamiento europeo, durante el  descubrimiento y conquista de América estuvo fuertemente dominada  por las ideas mercantilistas en lo económico. De ahí que la obsesión por los metales, las esmeraldas y otras piedras preciosas haya sido el estímulo de la mayoría de las aventuras de la conquista.
Las leyendas de " El Dorado" y " El Gran paititi", son las expresiones de esa codicia europea por las riquezas abundantes y fáciles.
Las personas o las naciones eran más poderosas cuanto más oro o plata tuviesen.
Para este fin,  se adoptó el trabajo en las minas del Alto Perú  una institución incaica que tenía características diferentes a la concepción de  los españoles, que fueron impuestas en forma inhumana a diferencia donde las minas del inca eran trabajadas por turnos obligatorios por los habitantes de la región.
Consolidada la conquista, la búsqueda de metales preciosos impulsó a centenares de españoles a emprender  viajes en busca del preciado metal, llegando hasta lugares inimaginables  en busca del gran Dorado, que según informaciones de ese tiempo se hallaba detrás de Los Andes.
Las misiones de Apolobamba
Los misioneros franciscanos fueron los primeros que se dedicaron a la conversión de las tribus de infieles (Chunchos, Lecos) existentes hacia el oriente de la cordillera de los Andes y con tal motivo efectuaron varias expediciones, unas tomando la vía de Zongo, otras la de Carabaya, y, finalmenente la vía de Camata; detrás de ellos, los capitanes y soldados españoles.
“........En Charazani la orden de los franciscanos establecieron una base de aprovicionamiento y fomento de las misiones de Apolobamba, con cuyo motivo se fundó el convento de Charazani en el año 1686.
Los padres franciscanos también servían los curatos de Charazani, Pelechuco y sus anexos Sunchullí y Suches.
Es así que Sunchullí, mina incaica, pasó a a ser considerada como uno de los centros más preciados por los españoles por tener minas famosas para la explotación de oro.
                                  Cruzando el Snchulli,  la mina más rica de oro durante la colonia 

El nombre completo de la montaña es  Machu-Sunchulli y en quechua significa, “lugar donde cae la lluvia y frío”.
El campamento se encuentra a 4600 metros sobre el nivel del mar.
El lugar es verdaderamente sorprendente debido a que existe gente trabajando en viejas minas incaicas y coloniales.
Cuando se logra entablar conversación con algún minero; lo primero que hacen referencia, es el pueblo enterrado por el “Supay” lo que destruyó por completo la población y todas las construcciones; quedando solamente a la vista, centenares de huesos humanos, quimbaletes y morteros gigantescos diseminados en un amplio perímetro.
Ubicada en la Cordillera de Apolobamba esta mina tuvo en su apogeo un movimiento inusual de forajidos y aventureros  al igual que en Potosí.
Comenzaron a construir habitaciones para uso de los conquistadores, una iglesia y algunas dependencias donde se trataba el metal extraído de las profundidades del cerro.
Su apogeo fue tal que en poco tiempo la concentración de gente se incrementaba por la alta ley del oro que se extraía de sus vetas; el preciado metal tenía 24 quilates.
La Mita como Sistema.
Para este auge del oro, la mita como sistema de trabajo, era la base para sostener la producción junto al uso intensivo de mano de obra gratuita; ya que la mita era un " servicio que debían prestar los indios de todo el Perú, desde los 18 hasta los 50, así se arrancaba al indio del seno de la familia, del terruño regado con el sudor de sus padres, transportándolo a inmensas distancias, se le aplicaba a trabajos penosos para los que no tenía inclinación, se le tazaba el estipendio, y no se le eximía del tributo. Los indios sabían que de las minas no debían volver más, pues consideraban este trabajo como mortal; y para encaminarse a él arreglaban sus cosas y se despedían de sus familiares para siempre."
Existen referencias de que al trabajo de las minas concurrían, por término medio, cuarenta mil indios por año. De estos no volvían a sus casas sino la quinta parte. Así que la mita en 250 años causó la pérdida de casi 8.000.000 de indios que perecieron víctimas del trabajo y de la intemperie.
Nuevamente aparece el oro
Pero el oro desapareció sólo por algunos siglos, los cateadores de minas se introdujeron  a estos socavones abandonados buscando nuevamente el preciado metal. Para sorpresa de ellos, se encontraron con mitayos de la colonia, que al estar engrillados unos a otros perecieron por falta de auxilio ya que en el exterior ya nadie sobrevivía por el derrumbe; murieron de hambre y frío.
El clima frígido se encargó del resto, eran momias  cual sacadas de un refrigerador con sus sombreros de cuero de llama, ojotas del mismo material, piel pegada al cuerpo y un pfhullo ( Frazada tejida con lana de llama)  húmedo y vetusto que les servía de cobija.
Hoy estos mitayos son deidades de la montaña  que protegen la mina.
Hace unos doce años tuve la oportunidad de visitar la mina y estaban allá, están presentes sus espíritus, parece que el sonido de sus golpes contra la roca persistiera.
Estos caminos conectaron los Andes con las tierras tropicales y y Altiplano, todavía recorren suspendidos en las montañas hasta Llegar a Pelechuco a 3600 mts.

FUENTES: GIRAULT, Louis. Kallawa Curanderos Itinerantes de los Andes.
OBLITAS, Enrique.  Cultura Callawaya.
ARELLANO, Jorge. La Cultura Mollo en  Revista Pumapunku # 12.1978.
Revista Khana. Julio 1959. La Encomienda y la Mita a través de la historiografía moderna por Hilarión Acosta R




APOLOBAMBA
Trekking-Tour Cultural  y  Aventura 
Pelechuco-Curva

APOLOBAMBA 06D/05N.
Salida: La Paz
Termina: La Paz
Tipo de transporte ::  4wd al inicio y fin  de la caminata
Tipo de alojamiento: Camping
Tamaño del grupo Min. 2 personas

Programa:
Día 1.- La Paz - Ulla Ulla – Pelechuco.
Saliendo muy temprano desde La Paz por 4x4 y 10 horas de viaje
Este es el lugar donde muchos llaman el Tibet de América. La gran cadena montañosa de Apolobamba se manifiesta en todo su esplendor. Lagos con avifauna y la soledad del paisaje nos llevarán hasta el último pueblo de los andes,  Pelechuco a 3600 mts. Hotel B.L.D

Día 2.- Trekking  Pelechuco- Atawani -6 horas de caminata
 En esta primera jornada,  el ascenso lento nos permite observar con claridad, el camino pre colombino que asciende  hacia las terrazas de agricultura y pequeños asentamientos humanos con  casas sencillas y cubiertas con paja brava.
El horizonte se abre lentamente para observar en los alrededores la gran cadena de la Cordillera de Apolobamba con picos  como el Huanacuni, Colololo, Katantika y otros que forman un herradura  de glaciares y morrenas en las partes más altas.Después de cruzar el paso de keansani 4717 mts, iniciaremos el descenso entre nieve y morrenas milenarias, observando el gran conocimiento de ingeniería caminera Tiwanaku e Inca . Camping 4200  B.L.D

Día 3.- Trekking Atawani- Machu Sunchulli-7 horas de caminata
El fresco amanecer nos impulsa a continuar la fascinante caminata, los riachuelos que bajan de los macizos forman en los bofedales andinos una serie de caprichosas rutas que asemejan  culebras sin fin que van formando meandros con variedad de  patos andinos y otras aves.
La presencia de pueblos pequeños como illo illo, le dan una pausa fugaz a nuestro caminar;  sólo el silencio y el ladrido de los perros en la lejanía, nos despierta de nuestro letargo, para  vernos nuevamente solos,  entre las moles de piedra del zigzageante ascenso  hasta los bofedales de Sunchilli; un reto de fuerza y voluntad, en montañas con sienes blancas que observan en nuestro peregrinar. Camping 4805 mts. B.L.D

Día 4.- Trekking Sunchulli- Inca Cancha- 6 horas de caminata
Las llamas y alpacas desperezan nuestra mente, decenas de ellas se acercan curiosas, obviamente, porque estamos en sus dominios, donde normalmente se alimentan de la hierba andina.
La presencia de lagos de diferente matiz  nos impulsan a llegar hasta el punto más alto de nuestra expedición ( 5100 mts),  para posteriormente abrazar el contorno de la Montaña Machu Sunchulli y alejarnos de su siniestra belleza,  y descender  por  la encañada más espectacular del trayecto, en un culebreo constante  hasta llegar a Inca Cancha o Tambo del Inka, lugar de descanso desde épocas antiquísimas.  Camping. 4300 mts.

Día 5.- Trekking Inka Cancha- Hatum Pampa. 6 horas de caminata
Bello amanecer en las carpas, el nevado Akhamani se sorprende al vernos, lo sobrecoge nuestra pequeñez humana ante la majestuosidad de este gigante.
Montaña de casi seis mil metros con su largo cuerpo de glaciares plateados. El misticismo que encierra va acompañada por la infinidad de ofrendas que recibe, pues para el mundo kallawaya, es la montaña más poderosa, sagrada y altiva que obliga a los más incrédulos a rendirle pleitesía. Camping 4000 mts.

Día 6 .- Trekking Hatum Pampa- Curva- La Paz. 5 horas de caminata
Tibieza de valle, descenso rápido y el posterior ascenso hacia el poblado de Curva con un trinar constante de mirlos y patos zambullidores en la corriente de los ríos,
Los infaltables mirlos, gorriones  y colibries, desde el pequeño y gracioso verde, hasta el fuerte y pesado colibrí gigante,  nos dan su bienvenida.
Pueblo  perdido,  con callejuelas estrechas en medio de los andenes de piedras de siglos sujetadas por líquenes, graneros pre colombinos,  esperando que se llenen de maíz, tal como hace quinientos años.
Este místico poblado  es famoso por sus curanderos kallawayas. Que van de pueblo en pueblo con sus remedios de  plantas milagrosas.
Desde Curva se tiene una vista formidable del valle que descenderemos por vehículo hacia Charazani donde disfrutaremos de aguas termales y luego retornar a La Paz.  B.L.
Los Servicios Incluyen.
·         Transporte Privado Ida Y Vuelta.
·         Guía Bilingüe.
·         Cocinero.
·         Alimentación, comida Vegetariana A solicitud.
·         Agua,  Snacks
·         Llamas  y mulas para llevar las mochilas y el equipo.
·         Carpas, Aislantes, Carpa Comedor, Carpa Cocina, Carpa Baño.
·       


 


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