Pulacayo y Huanchaca el emporio de la plata

 Una Mirada a la historia de Pulacayo, Huanchaca y Uyuni

Freddy Céspedes Espinoza

Llegué a Uyuni en 1988 y lo primero que hice fue salir a tomar un café y conocer los alrededores nocturnos, como cualquier persona que quiere relajarse.

Entré a un lugar medianamente iluminado a tomar café y terminé con un té con té, bien cargado, ya que allí, sólo se bebía esa deliciosa mezcla boliviana de singani con té caliente. Divisé el entorno amigable y momentos más tarde las risas y el humo azul de los cigarrillos Casino y Astoria,  invadieron toda la cantina, con su olor dulzón a tabaco negro.

En un rincón se inició una discusión entre militares y civiles borrachos,  no se entendían, ya que el té con té, era en realidad una  mezcla de singani, cloruro de sodio, clavo de olor, canela, limón y tal vez litio, que embriagaba con su aroma y sabor  a todos los presentes sentados en pesadas sillas de madera.

Algo pasó, alguien en voz alta gritó Viva mi General Bánzer cara…..,  no acabó su frase, y saltaron los  puñetes de todas partes, llovieron vasos y empujones, se armó un cuadrilátero de todos  contra todos  y cuando pensé que estaba ajeno al pugilato,  ya estaba en medio  esquivando los golpes.

Uno de ellos, me agarró del cuello como en la lucha libre y de un empujón de campeón, me sacó del bar cayendo pesadamente a la acera de la calle y yo, sin haber golpeado a nadie.

Caí de ceja y con el otro ojo,  vi una figura borrosa que volvía al ruedo a sacar más borrachos que volaban a la calle cayendo en grotescas posiciones.

Estaba en el Ex Cine Avenida de Uyuni, que  convirtieron en bar. En esa época, 1988, el único y céntrico, aunque  la población,  no pasaba de tres cuadras a la redonda; habitadas por militares, profesores, comerciantes, ferroviarios y mineros relocalizados.

Después de levantarme, sentí un leve dolor y un hilillo de sangre en mi ceja. Quise volver envalentonado y otro borracho salió expulsado por los aires.

Mi hotel  estaba al lado del Bar. Me acosté y luego de algunos minutos de sonrisa interna y moviendo la cabeza por mi bienvenida, oí disparos al aire, y gente gritando palabras cuarteriles y ebrios  en desbande.

Tal vez estuve  en la última etapa del Far West boliviano, porque el decreto de cierre  de las minas en 1985, causó un shock en  Uyuni y en toda Bolivia porque la economía descansaba en la exportación del estaño y plata,  los precios internacionales se habían desplomado.

La Población de Uyuni se había marchado de a poco, dejando casas vacías hechas de adobe, viviendas casi todas similares con techos de calaminas que estaban sujetas con cemento y piedras, para que no vuelen por los aires en los meses de Agosto y Septiembre, cuando los vientos endemoniados destechaban todo a su paso.

Cerré los ojos y lentamente fui cayendo en un sueño profundo para internarme al siglo XIX y descubrir lo que la historia nos tenía guardada.

Huanchaca y Pulacayo

La población de Uyuni es hija de Pulacayo y nieta de Huanchaca. Uyuni fue alimentada por el cordón umbilical de la plata y el estaño y su existencia se debe principalmente a la minería y al empuje del ferrocarril.

“En 1832 se funda la sociedad Huanchaca  en la provincia de Porco bajo la dirección del minero Mariano Ramirez y con dineros aportados por otros doce accionistas para dar inicio al desague a la inundada mina Pulacayo, la mina  de Ubina a noventa kilómetros de Pulacayo y los establecimientos metalúrgicos de Huanchaca y Asiento”.

Después de la Independencia, la mayoría de las minas de plata trabajadas durante la colonia, se hallaban inundadas, otras caídas por el poco cuidado en las reparaciones; obviamente, porque  la guerra de guerrillas  de 16 años, previas a la independencia, dejaron a  éstas,  abandonadas y sin mano de obra.

Sin embargo, el espíritu de los cateadores de las altas montañas, desafiaron  los peligros de las bocaminas y sus galerías, arriesgando su poco capital y tan sólo armados de  su tozudez y valentía, que  les permitió sobrevivir entre el frío y la esperanza de encontrar plata.

Hasta 1850, predominó en  Huanchaca el proteccionismo del nuevo Estado boliviano a la minería, sin generar una verdadera  burguesía como tal, que pueda dirigir el desarrollo de un país, todavía débil en lo tecnológico, pobre en infraestructura caminera y de ferrocarriles; además,  la vieja organización colonial de explotación en el agro, no ayudaba mucho para un desarrollo capitalista. El Estado se nutría de un magro cobro de impuestos, que las empresas evadían con facilidad dada la lejanía de las minas.

“Ya en  1856 la Sociedad Huanchaca, después de 24 años de trabajo en las cuales, se llevó a cabo el desague de la mina Pulacayo y la reconstrucción del ingenio con un costo de 180.000 pesos, todavía no había logrado distribuir un solo dividendo a sus asociados”.

Presionado por los gastos, Ramirez entregó la dirección de la empresa a Don Aniceto Arce quien compró una parte de ella por la suma de 40.000 pesos y tomó el resto del establecimiento en arriendo.

“ Alrededor de 1860 los centros mineros más importantes se hallaban ya en manos de la nueva burguesía minera. La familia Aramayo controlaba las empresas del Real Socavón, Antequera y Carguiacollo. Aniceto Arce se encontraba a la cabeza de la Compañía Huanchaca, Gregorio Pacheco era poseedor de los intereses más importantes de Potugalete. Estos mineros iniciaron la transformación de sus empresas en entidades modernas”.

En el período previo a la guerra del Pacífico (1879), el tráfico de los minerales de la Compañía Huanchaca de Bolivia hacia el puerto de Cobija, se realizaba a través de carretas tiradas por mulas durante 18 días. La ruta, de la mina de Pulacayo hasta Cobija, abarcaba: la mina, Amachuma, Púquios, Río Grande, Alota, Viscachillas, Tapalquilcha, Ascotán, Polapi, Santa Bárbara, Incahuasi, Chiu-Chiu, Calama, Miscanti, Colupo, Gatico y Cobija. Se consideraba que existía una longitud de 520 kilómetros”. “Dichas carretas que llevaban los minerales, retornaban con maquinarias, carbón, materiales y algunas mercaderías para los campamentos mineros de Bolivia”.

  

“En 1875 se consolidó la actual Compañía Huanchaca de Bolivia, que ha hecho famosa a  Pulacayo,  como la segunda comarca argentífera del mundo, correspondiendo el primer puesto a Broken Hill, de Australia”.

“ Poco a poco la estructura política tiende a expresar  con más coherencia  los intereses de la minería . El proceso termina en 1872, año, en que se decretó finalmente, el comercio libre de las pastas y minerales de plata y la abolición de la moneda feble. Durante la fase del auge  ( 1873-1895) la oligarquía minera, ya en el poder, desarrolló una política  que redujo la intervención del Estado y alentó al máximo la participación irrestricta del capital extranjero”. “Huanchaca, llegó a ser durante el último cuarto siglo del siglo XIX, un verdadero consorcio internacional y una de las operaciones mineras más grandes del continente que se expandió luego hasta incluir los intereses del Banco Nacional de Bolivia y del ferrocarril de Antofagasta”.

 “ La distribución de acciones de la Compañía Huanchaca:

  De acuerdo al libro de Los Patriarcas de la Plata. Mitre Antonio.

 

Santiago de Chile

1037  Acciones

Valparaiso

746

Sucre

833

Potosí

10

Cochabamba

3

Huanchaca

2

Tacna

23

Pisagua

10

Lima

10

Buenos Aires

624

Boston

20

Paris

2577

Londres

77

Hambuergo

21

Italia

7

TOTAL

6.000

Fuente : Compañía Huanchaca de Bolivia XIII Memoria del Directorio. ( Valparaiso: Imprenta del Universo 1886).

 “ En este periodo de 1875 a 1895, esta montaña dio al mundo casi cinco mil toneladas de plata, por valor de veinticinco millones de Libras Esterlinas”. 

“La Compañía Huanchaca  contaba con tres mil obreros, de las cuales mil eran mujeres”. Diez mil personas vivían en Pulacayo que se sostenían de las minas y las diferentes industrias relacionadas con su explotación”.

A este emporio de riqueza, acudían cientos de forasteros, la mayor parte de ellos se quedaban en Uyuni, ya que toda la ciudadela de Pulacayo pertenecía a la empresa y había un control riguroso para la circulación de personas ajenas  por sus estrechas calles.

Se justificaba este control, ya que la empresa había invertido más de medio millón de Libras Esterlinas en equipos  de fundición, sistemas de energía eléctrica para generar aire dentro los socavones y electricidad permanente para la ciudadela. Se construyeron acueductos y represas en las altas montañas para el tratamiento de minerales  y el movimiento de turbinas eléctricas.

“El desarrollo de la minería en el siglo XIX, concretamente Huanchaca, que en el periodo  1877-1897, su producción representó más del 50% del total nacional, el valor total de su producción bruta de plata,  llegó a la extraordinaria cantidad de 119.442.121 pesos bolivianos”.

Sin embargo las acciones de extranjeros eran superiores a las bolivianas, dejándonos en claro la desnacionalización paulatina por el capital financiero internacional, que se llevó ingentes cantidades de dinero al exterior.



De acuerdo a Antonio Mitre: “ El apogeo de la mina Huanchaca duró hasta 1895. Ese año las inundaciones ocurridas en los socavones de Pulacayo, incidió negativamente sobre el balance económico de la empresa”.

Se tuvo que recurrir a un nuevo crédito de la Guggenheim´s Sons de Nueva York por 60.000 libras esterlinas para hacer pagos  de deudas; además de otras 60.000 libras para inversión.

El 50 % de las ganancias de la Compañía Huanchaca, bajo este nuevo contrato de préstamo, debía ir a  la Guggenheim´s Sons de Nueva York, dándose inicio a la influencia norteamericana que había abierto los ojos en las potencialidades mineras de Bolivia y que años más tarde se replicaría este interés, en el Petróleo con la Standard Oil.

Llegó el tren

La historia de Uyuni comenzó cuando en 1889 llegó el primer tren a esta planicie.  La gente esperó con ansias su arribo, el añorado tren del progreso,  vencía finalmente el desierto andino, los volcanes y el frígido salar de Chiguana.

Por fin llegó el tren e hizo manifestar al Ex presidente Aniceto Arce. “Ahora puede morir en paz”.

 La empresa Huanchaca  invirtió 3 millones de pesos en su construcción. También  Los adversarios a su política entreguista, le enrostraron que estaba construyendo las líneas del tren, para la invasión chilena; ya que la misma empresa en 1893, había invertido en la construcción del gran complejo de Playa Blanca en Antofagasta, cuando este territorio ya estaba en posesión de Chile,  con un costo total de 4 millones de pesos bolivianos.

“Por una parte  el ferrocarril permitía  la comercialización directa  de minerales, abarató los precios del combustible  y redujo notablemente los gastos del transporte de materiales”.

Un paisaje sobrecogedor acompañaba las máquinas con su pitar solitario, cruzando la estación de Julaca hasta llegar a la Estación de Uyuni, que era el edificio  más relevante construido en  el desierto. De allí años más tarde se extendieron ramales a las minas más importantes y a las ciudades de Potosí, Oruro, Cochabamba, La Paz, hacia el puerto de Guaqui sobre el lago Titicaca. Luego hacia Sucre, completando más de 3500 km de vías férreas para 1956.

Uyuni en sus inicios no tenía color, sus construcciones de adobe se mimetizaba con el color plomizo de su entorno de arena, paja brava, sal y polvo fino de las últimas glaciaciones.

Se había planificado la ciudad con calles extremadamente anchas, donde corría el viento a su libre albedrío, formando remolinos de arena y sal en sus calles, para luego desaparecer en la inmensidad del cielo azul.

Luego edificios más sólidos y coloridos, la  iglesia, un teatro, el telégrafo, la Aduana y alguna otra oficina del Estado. Obviamente las cantinas y casas de tolerancia, completaban el oasis en medio del altiplano.

Al Este, y a escasos 30 kilómetros, las minas más ricas de Plata y estaño, Huanchaca y Pulacayo. Al Oeste 10.000 km2 del salar de Tunupa, que luego fue conocido como el salar de Uyuni.

Al Norte Challapata a más de 200 km. Hacia el sud Oeste la cadena Volcánica con decenas de volcanes que había que cruzar y descender a los puertos de Antofagasta a más de 500 kilómetros.

Una población, que fue destino y castigo de militares y policías, se convirtió con el tiempo en una población pujante de casas comerciales, administradas por Judíos, Ingleses,  Turcos, franceses y de otras nacionalidades.

Pero, cuando hay  Libras Esterlinas, no hay lugar para sufrir, mientras haya movimiento económico se podía vivir, en uno de los lugares más inhóspitos, fríos y desérticos de Bolivia.

Llegaban a Uyuni desde el Valle de Cinti verduras, frutas y singanis, de los Yungas de La Paz, cruzando la cordillera y ganando las planicies de Oruro, centenares de mulas cargadas de coca. Desde Sucre, Oruro, La Paz y el Norte de Potosí, personas  en busca de trabajo como ferroviarios, mineros o comerciantes.

Los intereses mineros de la mina Huanchaca y Pulacayo, tenían en Uyuni sus casas importadoras, de rescate de minerales,  depósitos  de suministros mineros; además el repunte del precio del estaño a principios del Siglo XX y el cambio de la sede de Gobierno de Sucre  La Paz en 1899, aceleró totalmente la dinámica económica de la era de la plata al estaño, ascendiendo  Uyuni en importancia por la conexión de vías férreas con la Costa y el interior de la República,  en un torbellino de  importaciones suntuarias traídas desde ultramar, ropa, alimentos, cocinas y  estufas a en fierro fundido desde Inglaterra que llegaban por ferrocarril desde la costa. Muebles de madera Raulí, vitrolas, vitrinas inmensas y vajillas finas desde Europa.

En una visita a los libros de Pulacayo, encontré fotocopias de  varios pasaportes de ciudadanos, irlandeses, norteamericanos y de otras nacionalidades, que trabajaron  en la minas, como ingenieros,  geólogos, electricistas y otras profesiones.

 Uyuni se había convertido en población próspera y la más próxima a Huanchaca, que fue la mina de plata más rica en el siglo XIX y que pasó su fama a Pulacayo al siglo XX.

Pulacayo contaba con escuelas para niños, hospitales de primera, hilandería, un cine-teatro donde pasaban películas de Chaplin, Valentino y Jhon Wayne; además una línea férrea las unía con Uyuni. Pulperías llenas de alimentos y telas finas, para que vista el minero, con casimir inglés en los días de fiesta.

Fuentes:

Los Patriarcas de la Plata. Mitre Antonio. Instituto de Estudios Peruanos Edit Gráfica Pacific Press, 1981.

Historias y antropología del Sur Oeste de Bolivia. Blog de Damir Galaz-Mandakovic

Maria Robinson Wright. Bolivia. Edit George Barren and sons , 1907

 

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