Montistas y Saavedristas

Bolivia y la política de antaño

Ismael Montes solía decir, piso y paso, sin importarle las consecuencias

Freddy Céspedes Espinoza

“¡ Viva Montes! , ¡Que  mueran los Republicanos mazorqueros carajo!, ¡Abajo los  cholos apátridas!.”

A principios de los años XX, cada acto electoral en La Paz se convertía  en una batalla campal con muertos y heridos.

De una parte el gobierno de Montes lanzaba sus huestes de matones agresivos y feroces a romper el espinazo al grito de ¡Viva Montes! contra los republicanos de Bautista Saavedra; de otra, el partido Republicano hacía frente a esos hombres con sus ovejas de  “Achacachi”,  famosos matones entrenados en su Hacienda de Avichaca, gritando: ”asesinos, ladrones, entreguistas, pagados por Chile, en un ir y venir de choques a fuerza de pedradas, palos, balas y con armas más poderosas, los periódicos, que de uno y otro bando llenaban de ansiedad al pueblo.

En cada pueblo y cantina, existía un reducto republicano; en las casas más pobres se veneraban las fotografías de los líderes del republicanismo colocados al lado de pinturas de santos; el folklore popular les dedicaba sus cantos y en cada fiesta se vitorea sus nombres frenéticamente.

Era pues una lucha en que nadie se daba cuartel.

No había un día que no se produzca un incidente. Los liberales o pijes, atacan las casas de los opositores. Se cometían asesinatos en los pueblos; se castigaba y se arruinaba a los que no comulgaban con el gobierno; se les perseguía y se los deportaban a Ulla Ulla, Pelechuco, Guanay y al Alto Madidi para que mueran con la nariz carcomida por la Espundia.

Bautista Saavedra, mandaba a traer de Achacachi a sus ovejas, que eran  sus matones

 Después de todo y a casi un siglo, no se sabe en realidad por qué se apalearon y se mataron, porque al final de ese proceso nacieron nuevas fuerzas políticas, con las mismas mañas, renacieron en otro tiempo y espacio, perduraron en el horizonte de la prebenda, porque  el poder político ha sido una herencia con arribistas incluidos.

Obviamente después, ya nadie quería pertenecer a esos partidos tradicionales, se cambiaron de color y en vez de palos ahora brillan sus aureolas.

Nada cambió, antes se armaban hasta los dientes, se batían a duelo; hoy se arman de valor y con voz arrogante, se meten juicios por todo lado  y se persiguen, se hostigan;  saben que al final serán uno y se olvidarán las rencillas, las peleas y las traiciones.

Mueren y reviven, se entrelazan como el árbol de Bibosí, hasta que uno muere, para luego remover como el escarabajo,  los deshechos del otro  y crear nueva generación de hábiles políticos y “Estadistas”.

En  política y  la selva, sobrevive el más osado, el que conoce las aguas, el que se cuida de los escorpiones, serpientes y pirañas que están al acecho, total todo cambia menos la esencia de la política boliviana, las personas se mueren, y los vivos se quedan para renacer como el ave fénix de las cenizas de los caídos.

FUENTES.

SAAVEDRA 1920-1925. Díaz Machicao, Porfirio.

ORÍGENES DE LA REVOLUCIÓN NACIONAL. Klein, Herbert S.

EL DICTADOR SUICIDA. Céspedes, Augusto

SAAVEDRA EL ÚLTIMO CAUDILLO. Artamayo Alzerreca, Carlos

 

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