El Informante de Víctor Paz Estenssoro

Luis Sánchez, Víctor Paz, Hernán Siles Zuazo y Jorge Pabón Vizcarra El Informante. 

Freddy Céspedes Espinoza

Esta entrevista se realizó hizo en 1997 y no fue publicada en ningún medio. Cuando la historia boliviana de este siglo parece terminar, nuevamente aparecen personajes de primer orden en el turbulento acontecer político de los años cincuenta.

Aunque los personajes de este importante hecho hicieron temblar a muchos, sus protagonistas se aferran a la vida; dejándoles todavía un hálito de vida para hablar lo que no se dijo.

Del oscuro anonimato pasan a ser protagonistas de relatos y hechos inéditos que los historiadores obviaron, porque se ocuparon más en los personajes que estuvieron como primeros hombres de un país, olvidándose que detrás de ellos, estaban los que daban la cara en las buenas y en las malas.

Por azares de la vida, sigo encontrando a viejos militantes del MNR, que todavía llevan en su sangre, la efervescencia revolucionaria en sus venas; junto a la lucidez, cuando se sobrepasa los ochenta años de edad. Estoy en la casa de Jorge Pabón Vizcarra, informante del Ex presidente Victor Paz Estenssoro entre los años 1952 – 1956.

 Él ya me esperaba cuando llegué a su casa frente al Estado Mayor en La Paz. Hombre mediano de estatura, bien peinado y lleva un delgado bigote, viste un terno plomo a rayas y parece que el tiempo se detuvo, lo observo detenidamente vistiendo a la moda de los años cincuenta. Me recibió con voz amable y firme; me recuerda más a un jubilado militar que a un civil por la energía de su voz y su mirada desafiante, tratando también él de estudiarme psicológicamente.

En qué circunstancias lo conoció a Víctor Paz y desde cuando es militante del MNR' Lo conocí cuando él era diputado junto a Rafael Otazo y Hernán Siles, porque los tres eran hombres admirables en el congreso durante el gobierno de Enrique Peñaranda y Enrique Hertzog. Por ese entonces junto a dos colegas choferes que trabajábamos en la Plaza Murillo, nos encaramábamos en la barra del congreso, para aplaudir las intervenciones de los tres, aunque siempre nos querían desalojar, pero Siles arma en mano, arremetía contra los matones del gobierno hasta que nos dejaban salir a la plaza Murillo; en ese entonces, sólo existían cuarenta automóviles en La Paz. La forma cómo ingresé al movimiento y las ideas nacionalistas, fue cuando participé en el golpe del cuarenta y tres con Razón de Patria ( RADEPA), esa revolución se conoce también como la revolución de los teléfonos, porque el golpe se hizo a pura llamadas telefónicas, felizmente no corrió sangre en ese hecho.

¿ Cuales eran sus funciones cerca del Presidente Victor Paz Estenssoro? En primer lugar, el Doctor Paz me dio su confianza porque yo nunca le mentía en lo que le informaba, además, le hacía sugerencias que muchas veces, tomaba en cuenta, por ejemplo, le recomendé que se deshiciera del palitroque que había en el palacio para que convierta en un garaje, con el fin de que tenga más seguridad en el palacio y pueda salir y entrar en automóvil.

 Cuénteme de los aprestos revolucionarios antes del 52. Para evitar que nos sorprendan en reuniones en un domicilio, muchas veces recurríamos a reunirnos en un colectivo al final de la avenida 20 de Octubre y allí uno a uno, iban subiendo como pasajeros para planear el golpe del 43. Muchos años después cuando la convulsión de abril se acercaba, el doctor Siles me hizo llamar a la Plaza Avaroa, donde se hallaba reunido el comité revolucionario y me encomendó reunir cinco hombres de confianza para ayudar con la revolución; asignándome bolivianos cinco mil para abastecernos de dinamita.

 Entonces quiere decir que Siles fue el mentor de la Revolución? Efectivamente, él fue la cabeza de la Revolución del 9 de abril, pero Paz sabía cómo se estaba desarrollando, inclusive llegaba hasta Villazón, para estar más al tanto de los acontecimientos. Veo que usted tenía mucha confianza con Siles. Mire, él era mi abogado que constantemente me defendía del incidente que tuve con el Director de Tránsito; un tal Taborga con quién nos agarramos a patadas y puñetes en la calle Sucre. Casi nos matamos a golpes.

Este señor, quería imponernos a los taxistas un uniforme blanco como mozos y una gorra horrible. Rechazamos su propuesta. Siles, mi abogado, me puso en la cárcel de San Pedro para proteger mi vida, pues sabía que me querían matar por este hecho, casi lo logran porque el mismo Taborga posteriormente me plantó un tiro, que felizmente gracias a un movimiento rápido, sólo me entró en la canilla y estuve algunas semanas recuperándome de esta agria represalia. Para proteger mi vida, lo servía como chofer a Siles y lo acompañaba a sus reuniones.

En una ocasión se reunieron Hernán Siles y Oscar Unzaga de la Vega en mi automóvil. Siles le propuso hacer el golpe del nueve de abril conjuntamente, Unzaga de la Vega, no quiso aceptar las seis carteras del gabinete que le proponía Siles, por su parte él, le propuso ocho carteras; a lo que Siles no accedió y todo terminó allí. Pero como el tiempo apremiaba, Siles llamó por teléfono a Juan Lechín y le dijo con estas palabras: “ Mira Juan como tú tienes buenas relaciones con el General Selemme, háblale para el golpe; entonces se animó el General Selemme y se hizo el golpe con los carabineros.

¿ Cómo se organizaron las masas?. Bueno, el Doctor Siles me mandó al arsenal de guerra, me acerqué cautelosamente ante un suboficial y le manifesté que tenía órdenes de conseguir armas para los fabriles, él se negó y volví a la plaza Avaroa donde se reunía el comité político informando de la negativa, pero con una llamada de Siles arregló todo y me entregaron trescientos fusiles para los de la fábrica vidrios, donde todos eran revolucionarios, también di a los de la Said y otros fabriles.

Cuando se consolida la Revolución y Paz se hace cargo del poder, él temía ser envenenado es verdad? El Doctor Paz era muy precavido, porque en una ocasión cuando estábamos en Arica desterrados por la rosca, le ofrecieron una copa de licor, pero Paz me lo pasa a mí y yo ni corto ni perezoso se lo ofrecí al edecán, que con mirada temerosa se lo bebió de un trago.

Cuando Paz lo nombra su informante, ¿ cuales eran sus principales funciones?

Cuando llegó Paz al Palacio de Gobierno nos hizo formar a todos, me miró y dijo, tengo este revolver que me mandaron de Alemania, es para Pabón, lo siento a ustedes no, él si aprieta. Mi función era informar a Paz de lo que acontecía en las calles. Por las noches me camuflaba en la oscuridad para ir controlar algunos ministros, una vez lo sorprendí en la “boite el Gallo de Oro” al ministro de Gobierno Fortún, bailando y disfrutando el momento con lindas chicas, junto a otros ministros en la calle Saavedra.

Informé a Paz del hecho y al día siguiente con sorna le dijo al ministro bailador: ¿ Que tal las chicas y la resaca?, a lo que el ministro sólo atinaba a eludir la pregunta. Paz estaba al tanto de lo que sucedía en su entorno, termina sonriente Pabón. Era su contrainteligencia privada. La conversación se hacía más interesante a medida que relataba estos hechos, bebí un sorbo de agua y le pregunté :

¿ Paz gustaba de las fiestas? 

Sólo hacía actos de presencia- . Mire usted, se animó. Cuando Paz, antes de ser presidente, era ministro de Hacienda de Gualberto Villarroel. Junto a todo el gabinete y el mismo presidente, asistieron a los teatros y bailes disfrazados de pepinos con careta incluida; nadie se dio cuenta; el más bajito era el Doctor Monroy Block, estaba también Zuazo Cuenca y otros que ya no recuerdo.

Recuerda alguna anécdota de sus ministros? Tengo una anécdota cuando nos encontrábamos en Arica allá por el año 54, el Doctor Paz me dijo, Pabón, ve a llamar al Ministro Tardío, yo le respondí quién era ese ministro, ya que conocía a todos y no había ningún Tardío, y sonriendo completó la frase, es pues Walter Guevara, porque se baña y tarda una eternidad terminó sonriendo Paz. En ese viaje, 

Paz era el centro de atención de la opinión pública chilena, sostiene Pabón, Paz tenía tanta fama que el presidente de ese país quedó en segundo plano con la presencia del presidente boliviano.

Y ¿ Los pícaros de ese entonces? No, no hay cómo dar nombres de esos caballeros, responde, pero recuerdo a su secretario privado Olmedo, muy, muy pícaro le gustaba el dinero como al oso, la miel. Hubieron muchos pícaros en el MNR, yo les digo en su cara, murieron millonarios.

¿ Y el Asalto de Calamarca? Todavía algunos están vivos, tienen prósperos negocios, imagínese, el propio comandante de la Policía, un tal Fuentes era el jefe de los asaltantes de una gran remesa. En una ocasión Fuentes que era mi amigo, me encontró en la plaza Murillo y me dijo, Pabón vamos te invito a comer, rechacé la invitación, por suerte no fui, porque después lo agarraron, imagínese tal vez me hubieran tomado preso si iba con él. Por mucho tiempo la gente tildaban a los policías como los “Calamarqueños”, por ser - Calamarca – una población camino a Oruro donde se realizó este espectacular robo.

¿ Cómo era la relación entre Guevara y Paz en los primeros años de la revolución?

Muy buena, Guevara era el ministro de Relaciones Exteriores, porque existía un compromiso para que después sea él, cabeza de gobierno, pero a Paz no le interesaba compartir la presidencia y por esa razón se dividió el partido fundándose el Partido Revolucionario Autentico ( P.R.A.) y el PRIN de Lechín.

¿ Cómo era Guevara Arce?.

El era el mejor teórico del nacionalismo, en mi opinión no había otro mejor preparado e inteligente. ¿ Pero Cómo se las arreglaba para obtener la información de los que conspiraban? Con aire tranquilo sostiene Pabón: Una mujer de burdel, un peluquero, un chofer y un lustrabotas son los mejores informantes, estos informantes me venían a buscar personalmente, teníamos un presupuesto para comprarles cremas de calzados, máquinas para peluquería y otras cosas insignificantes.

Es así, cómo descubrimos un complot para asesinar a Paz en Santa Cruz planeado en Brasil, me llegó un soplón y abortamos el intento haciéndolo huir a Paz en vehículo hacia Cochabamba.

 ¿Por qué le decían a usted el Llockalla Pabón? Sonrié de mala gana. La verdad es que pasaba a diario caminando por el colegio Ayacucho ya que era mi ruta hacia la plaza Murillo y esos llockallas ( chicos en Aymara) eran revoltosos y no tenían miedo a la autoridad. Yo los trataba de llockallas. 

A algunos los hice agarrar, les dimos alguna tunda ligera y el hecho se conoció internamente en el colegio y sus padres. Pero cada vez que yo pasaba cerca al colegio, estos muchachos en montonera, también me gritaban al unísono: “ Llockalla Pabón" y antes que reaccione, se escapaban a toda carrera y perdían en las calles empinadas. Eran unos bribones esos del Ayacucho.

 Cuénteme de Claudio San Román como jefe del control político.

 San Román era un abusivo, detenía con violencia muchas veces a gente inocente, le cuento el caso de un amigo chofer, que actuó en la revolución y lo metió preso. ¿Por qué usted me dirá?, por lío de faldas amigo, el eterno problema. Algún agente, al verse rechazado por una muchacha y haber descubierto que estaba enamorada del chofer, buscaban y mentían a San Román, indicándole que el chofer era falangista o comunista y sin averiguar se las ensañaron en forma cruel.

 ¿Usted le informaba a Paz o Siles de los desmanes de San Román? Yo les informaba que San Román metía presos a gente inocente, sentencié alguna vez ante Paz, vamos a caer del gobierno porque persigue a inocentes y como tal, caímos después.

En una ocasión vino el dueño del antiguo hotel La Paz, y me dijo, mire señor Pabón, usted que es hombre de confianza, dígale que San Román quiere sacarme plata cada vez que viene por aquí.

Le informé a Paz, pero Paz me dijo, arregla tú, yo no tengo tiempo para esos problemas, tengo que hacer cosas más importantes. Como yo andaba denunciándolo ante el presidente y lo molestaba por largo tiempo por sus hechos y cuando el odio de ambos crecía, decidí matarlo, soy franco, no me gusta mentir.

Fui a buscarlo pistola en mano a su domicilio de San Roman en Sopocachi. Entré a la casa, no estaba en ella, y salí decidido a la calle, pero un miliciano me esperaba con un fusil y disparó varios tiros a boca de jarro; no me dio tiempo para nada. Prácticamente me cocieron a balazos, creyeron que estaba muerto, me dejaron tendido por mucho tiempo; pero aquí me tiene todavía vivo, sentencia excitado Pabón. Este atentado a mi vida me deshizo completamente el brazo, mire, ya no tiene vida, sólo forma parte de mi cuerpo, termina con voz entrecortada.

Pasando a otro tema, muchos no querían que se firme la nacionalización de las minas, Paz era muy inteligente sostiene Pabón, cuando era presidente y debía firmar este trascendental hecho en Catavi, me dijo en forma tranquila, ya está firmado el decreto en el palacio “por si se cae el avión”. Paz era previsor, termina en forma tajante. ¿ Quienes eran los cabecillas que atentaban contra Paz? El más connotado falangista era el “Canguro Pabón” ya fallecido, en una ocasión estuvo cerca de victimar al mandatario, ya que éste y sus “camisas blancas”, alquilaron justo al frente de la casa de Paz dos habitaciones donde preparaban el atentado.

Encontramos en la requisa toda clase de armamento para tal fin; también en una bolsa encontramos calatravas de los falangistas para ponerse y celebrar la muerte de Paz. Felizmente, llegamos a saber y no pasó nada, tomamos presos a los falangistas. Es que los mismos soplones estaban entre ellos, teníamos gente incrustada en ese partido que nos vendian la información, termina con una sonrisa triunfante.

¿ Cuántas veces estuvo desterrado? La primera vez fue durante el gobierno de Hertzog, nos deportaron a más de veinte a Arica, todos éramos del MNR, entonces mandamos una carta a la Embajada de Bolivia en Chile, informándole al embajador, que estábamos desterrados en Arica por calumnias infundadas, aunque nosotros sabíamos que estábamos por conspirar al régimen de la rosca. En la carta escribimos por qué habíamos decido hacer una huelga de hambre masiva, porque se estaban violando nuestras libertades, etc. etc. Parece que dio resultado esta misiva, porque el poco tiempo aparecieron el embajador, su esposa y otros burócratas para que desistiéramos de esta medida que ya llevaba varios días.

Entonces en tono serio la esposa del embajador dijo, para qué van hacer huelga de hambre, si pueden venir a almorzar a la embajada.

Este razonamiento tan ingenuo, me envalentonó y le dije que no era cuestión de comer, es un acto de protesta le increpé, pero continuábamos en huelga, hasta que caí al hospital, pero había instrucciones para que no salga vivo; esto me enteré después por un médico chileno.

Imagínese en vez de ponerme suero, me llenaron de aire a través de la pierna. Finalmente ganamos y nos volvieron a traer a Bolivia en un vuelo expreso, obviamente llegué cojo y me fui a ocultar a una casa de Obrajes para nuevamente conspirar en cuanto fuese posible. En otra ocasión, cuando ya estaba al servicio del Alcalde Armando Escobar Uría, denuncié al intendente municipal un Vallegrandino apellidado Robles, que en forma oscura cargó tres camiones con alimentos con un fin desconocido, me molestó este hecho e informé al Alcalde y lo echó de su cargo, pero este Robles fue ante Banzer y le dijo que “en la casa de Pabón se estaban reuniendo los Melenos, en la jerga política – comunistas – y me desterraron otra veza la Isla de Coati.

 Mire, es el mejor castigo, porque el mismo guardián decía: si quieren escápense, claro, uno nada cincuenta metros en las aguas del Titicaca y se paralizan pies y manos y muere. En la Isla habían unos cuartuchos que albergaban entre cinco a diez presos, es desesperante no salir, porque sólo se veía la Isla del Sol al frente, también el poblado de Sampaya y por atrás la Cordillera de Los Andes y nosotros en medio del lago. En otra ocasión antes del 52, escapamos de Coati varios desterrados hacia el Perú, matándolo al gobernador, un achacacheño abusivo, y amarrando a los guardianes. Finalmente, tomamos un bote que nos llevó a la libertad. ¿Cómo se llegaba a la Isla de Coati? Durante los años cuarenta, la Isla era el más importante centro de reclusión en Bolivia, al principio era para dejar a los delincuentes más peligrosos y permanecer detenidos en medio del lago Titicaca, más tarde, era campo de concentración para políticos.

Allá los delincuentes de esos años, eran presos comunes, más tarde fueron políticos, abogados y periodistas como es el caso del padre de los Canelas, que tuvo en una indígena, un hijo que todavía vive en la Isla. Muchas veces, los víveres no llegaban a tiempo, continúa, y los presos pasaban el tiempo, secando al sol las inmensas ranas del Titicaca para luego comérselos como charque con mucha sal.

¿Cómo era la señora Carmela Cerruto, esposa de Víctor Paz? Era buena la señora, vivieron también en el palacio por algunos días, allí la señora Cerruto trataba de sacarme palabras sobre la vida de Paz y yo sólo le informaba el trabajo de su agenda política, sus visitas a los comandos etc, etc, pero la señora insistía. Para mí, esa señora se ha muerto de celos, pero la oposición se aprovechó del hecho sindicándolo a Paz como autor del crimen. Cuando enfermó ella, estaba en la clínica La Paz en la Avenida Arce, fui a visitarla unas tres o cuatro veces, pero el que le hacía cuentos a la señora Carmela era su Chofer Victor Valdéz apodado el Thojo ministro.

 En una ocasión cuando me hallaba en la puerta de la clínica, llegó el hermano aviador de Carmela y se encontró con Valdéz en la entrada, sin pensarlo dos veces de un violento puntapié lo hizo rodar las gradas, me quedé sorprendido por este hecho y le pregunté:

 ¿ Por qué lo pateó en forma tan violenta?. Ya algo tranquilo me contestó, mira Pabón este es el cuentista que le mete a la cabeza de Carmela todos los celos. Personalmente, no supe de las andanzas de Paz con otras mujeres. Ya en el poder,¿ Cómo ayudó al gremio de los choferes?

Había que ayudar obviamente a los de mi gremio, le sugerí a Paz que importáramos vehículos para el sector de los choferes como reconocimiento a la gran labor de ellos en la revolución, varios de nosotros fusil en mano derrotamos al ejército, Paz accedió y el Banco Central aprobó un crédito para que importen los coches con liberación de impuestos.

Pero hay algo más, al señor Dueri le importé personalmente sesenta automóviles y también canalicé un préstamo durante el gobierno de Siles; en ese entonces Dueri sólo tenía una tienda en Churubamba, ahora es dueño del Hotel Presidente.

 ¿Qué hobbies tenía Paz?

Le gustaba mucho montar caballo y cabalgába con uniforme de equitación; aunque debo reconocer que yo nunca había montado un caballo, ni siquiera de palo, bromea; mi inexperiencia se vio confirmada cuando en una ocasión, monté y el caballo me echó al suelo y el muy salvaje me pisó el brazo, estuve varias semanas en reposo. Paz, tenía un hermoso ejemplar, un caballo criollo de pura sangre que le obsequió Juan Domingo Perón.

Otro pasatiempo que tenía el doctor Paz era la fotografía.

 ¿ Paz se enojaba fácilmente?. Algunas veces, en una ocasión el Doctor Paz y yo fuimos a buscarlo a Lechin que se hallaba en la COB, una vez en el vehículo en tono enérgico le dijo, mira Juan, te pido un favor: “No hables nada contra los americanos hasta que nos den la plata para terminar el camino Cochabamba – Santa Cruz, después que esté concluido, habla todo lo que quieras”. También le molestaba a Paz, atender asuntos de los busca pegas, habían muchas personas que lo esperaban. Este hecho sucedió en el Cementerio General, dos militantes lo abordaron para informarle sobre los aportes a la revolución y también sus problemas económicos.

En esa ocasión el hombre le dijo directamente:

“Doctor Paz, estoy desempleado, y Paz le preguntó. ¿Dónde quisieras trabajar? Y con voz segura le dijo, en la aduana Doctor; y con energía le contestó.

 ¿En la aduana? De ahí vas a salir ladrón sentenció; al otro le preguntó, y tú de dónde eres, de Villazón Doctor, ya veo, entonces tienes alma de contrabandista, concluyó con sarcasmo.

Los aludidos dejaron el campo santo echando chispas. En mis tiempos solíamos llamar a la calle Potosí la calle de los gatos, porque allí se encontraba las tiendas el gato blanco, el gato negro y la aduana, termina satisfecho.

 ¿ Y qué sabe de las Milicianos? No sé nada, ignoro yo – dice Pabón en forma nerviosa – lo único que sé, es que el jefe de los Milicianos era un Tarijeño apellidado Rojas. A todos, el partido armó con fusiles, eran más de un centenar afirma titubeando, ellos tenían un sueldo porque había un presupuesto que venía por descuento de Bs 1 a los empleados públicos.

El Comité Político se encontraba esa vez entre la Camacho y Loayza, termina eludiendo más preguntas. A sus 82 años, vive tranquilo en la zona de Miraflores, en una habitación observé fotos encuadradas de los gratos y difíciles momentos de la vida turbulenta de mediados de siglo.

Se reconforta bastante observando las fotos de los fallecidos del partido y otros falangistas, a quienes tiene en la pared. Todas son almas benditas me dice en forma seria y con un suspiro.

En la mesa cercana veo muchas velas y un Señor de la Sentencia a quién tiene mucha devoción. Parece un hombre que no hubiera pasado destierros, Revoluciones, golpes de Estado y balaceras, hoy pasa desapercibido en las calles y muchos ni siquiera pensarían que durante su juventud era uno de los más temidos revolucionarios que cambiaron la historia boliviana. era uno de los más temidos revolucionarios que cambiaron la historia boliviana

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