El ataúd de Dirk

Freddy Céspedes Espinoza. Un pueblo sumergido en los valles de la cordillera de Tres Cruces, se desarrollaba en la más plena lentitud, había pasado más de un siglo de vida de la República y todavía se sentía el adormecimiento de la colonia española. Sus calles empedradas guardaban cierta simetría entre los colores pétreos y el canal que corría en medio de la calle del almacén del Alemán Dirk Klottzs Las calles sólo llegaron a una cuadra de la plaza principal, tampoco era plana, tenía una leve inclinación que dirigía a todas las personas a las banquetas de madera para sentarse; allí en el centro, una fuente fundida en bronce, traída de ultramar a lomo de mula; era lo más llamativo del pueblo. De una de los dedos del Querubín, salía un chorro de agua constante que se depositaba a una fuente en forma de concha, donde los pájaros se bañaban jugueteando con sus alas. Al frente la iglesia con su cubierta de c...