El famoso New York
El famoso Luwis o New York
Foto de Sandro Velarde Vargas
El mejor vendedor de Ilusiones
Freddy Céspedes E
Llegó un cliente me dije mentalmente, cuando LUWIS entró a la Agencia de Turismo.
Vestía elegantemente con un abrigo negro, largo y de muy buena calidad. Su pantalón impecable, zapatos brillantes y con un sombrero como en la época de Capone; además mostraba una sonrisa de vendedor de ilusiones.
Me
sorprendió su vestimenta de Hollywood y después de salir del asombro, me ametralló en un Inglés muy americano del Bronx sin pausa, dejándome
aún más intrigado.
Este
simpático personaje que apareció de la nada en La Paz a finales de los noventa,
tenía una manera de hablar el Inglés y otra en su perfecto y educado español;
es decir el vendedor ideal para cualquier empresa de turismo.
Estuvimos
hablando en castellano y al lado mío estaba sumamente interesado mi amigo, un
master de la cocina en la montaña; que al escucharlo comenzó a interesarse en aprender Inglés del Bronx.
¿Puedo
yo aprender inglés?, le inquirió.
Claro
mi amigo le respondió con una sonrisa,
para luego ya serio, le dijo que todo hombre puede aprender este idioma;
es más, continuó, en dos semanas ya vas a hablar inglés.
Con
esta respuesta certera, dejó más pensativo a mi amigo cocinero.
“Con
tan sólo 50 dólares por dos semanas intensivas
y de cinco horas diarias, estarás hablando mejor que yo, le dijo en
forma seria. Así que, si quieres
comenzamos desde mañana. Me buscas en esta dirección y comenzamos”.
Después
de dos semanas, me encontré nuevamente con mi amigo cocinero, y le pregunté
cómo le había ido con su curso de Inglés.
Me
miró fijamente y con seriedad me dijo:
“
Ese pícaro me tomó el pelo, nunca pasé su mencionado curso y se perdió con mi plata”.
Caray,
mi amigo lo siento, pero lo ubicaremos
para rescatar tu dinero.
Pasó
el tiempo y lo vi nuevamente caminando con una radio gigante pegado al oído, cantando a viva
voz en Inglés el Rap de la época y con
la mirada perdida.
Luwis,
le dije, Me miró y siguió su camino. Me pareció que estaba en un mambo de
alucinaciones porque ni me reconoció. Pasó de largo.
Me
olvidé de este personaje por semanas, hasta que nuevamente estaba
golpeando la puerta de cristal de la oficina.
Good
morning my friend y se entró sin invitación y se sentó con toda confianza.
Ahora
sí, me dije para reclamarle por su mal proceder, pero se me adelantó.
Tu
amigo nunca va aprender Inglés, porque no me buscó.
Me
dejó helado, con su capacidad de convencimiento.
Bueno,
le dije, ahora qué hay del dinero de mi amigo.
No
te preocupes, con ese dinero compré algunos sobres de cocaine, qué barato que es en Bolivia,
me dijo tranquilamente.
“Salí
de Estados Unidos porque era un problema para ellos y para no gastar más en mi
persona, me deportaron porque tengo origen boliviano-americano, me confesó.
Me
dicen el New York aquí en La Paz.
Allí
en Norteamérica, estuve en muchas cárceles por consumo y robos pequeños,
continuó, todo porque soy adicto y La
Paz es el paraíso, me dijo abiertamente. No tengo que utilizar violencia, sólo
la inteligencia para conseguir algo de
dinero y comprar la blanca.
Me
dejó más sorprendido su confesión.
Luego
se paró de su asiento y me dijo, además,
que era cinturón negro; me hizo una demostración de artes marciales,
lanzándome una patada, que pasó a centímetros de mi cara.
Mejor
ni le cobro los cincuenta dólares pensé.
Se
marchó tranquilo, seguro de sí mismo, y advirtiéndome sutilmente con su patada
voladora, que no lo moleste en cobrar
por el curso de Inglés.
En el camino de la muerte
Pasó
el tiempo y no lo vi más, hasta que me enteré que estaba de guía de Biking en
otra empresa de turismo, guiando turistas desde los 4700 metros hasta los 1000
en cuatro horas.
Me
alegré mucho, estaba trabajando.
En
una reunión de amigos, me llegó la noticia que efectivamente en el último viaje
y terminando la ruta satisfactoriamente, le dijo al chofer que vuelva a La Paz
sin él y se despidió del grupo
recibiendo algunas propinas por su trabajo.
Cuando
llegó el chofer a La Paz, se dio cuenta
que Luwis, se había quedado con una bicicleta, como recuerdo y perdiéndose posteriormente, en
la selva de Rurrenabaque.
Nuevamente por San Pedro
Su
modus operandi, como dirían los pacos, había mejorado. Su inteligencia y viveza
se había agudizado, había estudiado a la sociedad paceña y la sicología de los
turistas, no era problema para él ganar algunos dólares o bolivianos gracias a
su labia.
Por
esas épocas todavía se hacía visitas con turistas a los presos en San Pedro.
Muchos llamaron tours en San Pedro, que el famoso Barbas Chocas, había inaugurado para obtener ganancias para
los reos y mejorar sus condiciones de alimentación.
Los
tours al penal marchaba viento en popa. Los turistas hacían fila para pagar 25
dólares para ir de paseo dentro San Pedro, ya que en esa época, había salido el best
seller, el libro Marching Powder, escrita por un preso Inglés, que había descrito de forma cruda, cruel y
sarcástica lo que pasaba en San Peter.
Al
final las autoridades, suspendieron el
tour, porque hubo denuncias que muchos turistas salían volando del penal, no
por la dura experiencia, sino que en San Pedro estaba la mejor cocaine del
mundo. Hubo todo un escándalo esa época y cerraron las visitas masivas.
Visitas ilegales a San Pedro
Como
todo visionario y master en marketing, Luwis recorría las calles de La Paz,
buscando abordar a los turistas que andaban tranquilos.
Les
ofrecía una visita a San Pedro, clandestina por supuesto. Recorría todo el día
buscando clientes y citándolos en plena plaza de San Pedro para el otro día.
Uno
a uno llegaban los turistas, algunos incrédulos intercambiaban ideas entre
ellos, ansiosos de su experiencia.
Luwis,
en el centro como un experto, les informaba todos los cuidados que debían
tener, cómo caminar, de no tomar fotos;
ni separarse del grupo. Además les comentaba que él había estado en San
Pedro y que debía hablar con los custodios, para que les abra la puerta de tan
tétrico penal.
Recogía
el dinero, y se iba directo a la Posta, una puerta contigua al penal, tocaba la
puerta y entraba, les decía que lo esperen en la puerta principal y la veintena
de turistas, esperaban por largas horas.
Los había timado nuevamente.
“
Solía decir el New York : “A los gringos
(turistas), lo que más les enfada, es que queden como tontos”. No les interesa
el dinero, porque 25 dólares no es nada para ellos, lo que no soportan es que
te hagas la burla de ellos y los dejes en ridículo”.
El
gran Luwis andaba haciendo de las suyas, cayó varias veces a la policía
Turística, y luego de algunas semanas bajo sombra, ya estaba nuevamente,
planificando otro golpe.
Es mejor andar descalzo
Luwis
ya no me hablaba más, había cambiado su primera apariencia cuando lo conocí.
Ahora andaba descalzo, apurado como siempre y saludando a todos, incluido a los
de la policía turística.
Debe
ser otra estrategia de marketing turístico pensé, para continuar con su forma
de ganarse la vida, tal como sostienen los grandes maestros del marketing:
“Renovarse o morir”.
Pero
el, ya no me habló más cuando cruzamos la mirada; no lo juzgo ni lo apoyo, llegó y se quedó en
La Paz, ya hace varios meses que no lo encuentro en sus calles, tal vez está a
buen recaudo o sólo tomando vacaciones.
Luwis
o el New York, ya es parte de la
historia anecdótica del turismo paceño.
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